Hace unos meses impartí la segunda sesión del taller Con M de Mujer & Madre que se titulaba La maternidad que transforma y, a parte de ser un taller precioso, me sirvió para reflexionar más profundamente con el viaje de transformación que supone la maternidad en la mayoría de los casos. Tenía notas y apuntes mentales de esa reflesión que ahora espero poner en orden mientras escribo.
La vivencia que tengamos de ese proceso de transformaciónva a depender de muchos factores: nuestra propia salud emocional y física, las herramientas de las que dispongamos, el apoyo con el que contemos, etc. No todas las mujeres lo vivimos igual pero sí que para la mayoría es un cambio sin igual en la vida.
El periodo de búsqueda de un bebé y el embarazo ya suponen importantes cambios físicos y emocionales en la mujer en un breve espacio de tiempo, a los cuales se tiene que ir adaptanto. Nos han ido contando que durante el embarazo deberíamos sentirnos las mujeres más felices del mundo y que al ver al bebé por primera vez lloraríamos de alegría. Pero no siempre es así, no te asustes si te sientes diferente o no es todo com lo esperabas. El embarazo supone un periodo de reflexión, donde se mezclan las expectativas y fantasías que tenemos sobre nosotras mismas como madre y las de nuestro bebe, con la realidad que nos vamos encontrando día a día donde no es todo tan idílico. Como diría Daniel Stern: "el embarazo es la preparación hacia una nueva identidad".
En la vida jugamos muchos roles: nos colocamos en el papel de hija, de hermana, amiga, trabajadora, etc. y al final del viaje que supone el embarazo nace un hijo pero también una mujer con un nuevo rol que tiene que asumir: el rol materno. Al ser madres, nuestras prioridades, pensamientos y emociones cambian. La maternidad supone toda una revolución a nivel psicológico y emocional. Dejamos de ser la mujer que éramos para transformarnos en una renovada.
Este cambio comienza a hacerse patente en el embarazo, ya que los cambios físicos no son solo los que se ven a simple vista, si no que también nuestro cerebro "cambia" para adaptarse a ese nuevo ser: la zona cerebral relacionada con la cognición social, es decir, con la sensibilidad hacia las necesidades del otro, con la empatía, se vuelve más eficaz. Nuestro cerebro se prepara para estar alerta y responder a las necesidades del bebé, para ser más capaz de "leer su mente" y dar una respuesta adecuada.
Este camino de transformación no es fácil. Supone hacer renuncias de cosas que hasta hace solo unos meses eran centrales en nuestra vida. Supone despedirnos, o decir "hasta luego" en los mejores casos, a trocitos nuestros como mujer. Es despedirnos de nuestro cuerpo tal y como lo conocíamos, de nuestro tiempo (en muchos aspectos), nuestro descanso, nuestras relaciones tal y como estaban y un etcétera que depende de esa diada madre-bebé.
Pero en este viaje no solo supone una despedida, sino que también supone dar la bienvenida a un mundo lleno de ternura, de juego, de descubrir que nuestra niña interior está más viva que nunca y de un amor tan grande que es difícil de explicar. Supone también una nueva conexión con la propia madre, también reconvertida en abuela, y con las demás madres. Y, también, por qué no decirlo, aparece la culpa y miedos que antes ni existían.
El bebé durante este camino se convierte en nuestro guía, nuestro maestro y nuestro gran movilizador de emociones. Sobre las emociones y la maternidad daría para escribir un post entero, pero decir aquí al menos que aparecerán todas las emociones que conocemos, seguramente con un matiz diferente, y debemos darle un espacio a todas ellas, porque todas son necesarias para continuar avanzando, todas han venido a prepararnos para algo. Aparecerá nuestra sombra con más fuerza que nunca y es el mejor momento para mirar esa parte nuestra con más cariño.
También quiero destacar que en el post parto y el puerperio es fundamental el sostén emocional, para que como madres podamos sentir que la nueva mujer que surje tras el parto también ha ganado mucho en el proceso y dar valor a ese nuevo rol, a esa nueva autoimagen de mamá.
Lo que sucede durante ese camino de transformación es único y personal, pero seguro que tú también has sentido ese poder movilizador que tiene la maternidad.
¿De qué manera te ha cambiado?
Y termino con un abrazo gigante a todas las mamás valientes que admiro y acompaño en ese camino y de las que aprendo día a día.
Lucía